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Existe un tipo especial de individuo en este mundo que, casi desde que llegó, se siente solo y apartado del resto. Su forma de vida solitaria no atiende predilecciones o comportamientos antisociales, simplemente es un ser viejo, viejo del corazón, viejo de mente y viejo del alma.

Este individuo posee una visión de la vida muy diferente y más madura que aquellos que viven a su alrededor, debido a esto, su alma vieja vive su vida internamente, recorriendo su propio camino a solas, mientras que los demás siguen por caminos distintos. Quizá alguna vez hayas tenido dicha experiencia en tu propia vida, o conoces a alguien que se comporte así. Si estamos en lo cierto, este artículo está dedicado a ti, con la intención de que te ayude a definirte a ti mismo comprendiendo mejor a los demás.

¿Qué es un alma vieja?

Según la teoría de la reencarnación, el fin de la existencia humana es la evolución del alma. Con cada ciclo y con cada vida se ofrece una oportunidad nueva para crecer y aprender. En este mundo deambulan muchas personas que se vuelven incapaces de encontrarle un sentido o explicar el motivo de su existencia, no suelen ver las cosas como un todo y reflexionan mucho sobre su papel en esta realidad. Pero resulta esencial hacer un esfuerzo en ese sentido. Pues, al mirar en nuestro interior, catapultamos nuestro desarrollo espiritual, un proceso realmente vital para el alma.
Cuando hablamos de la edad del alma, hacemos referencia a ese desarrollo espiritual a través de las experiencias en este mundo, y no solo a la cantidad de veces que hemos reencarnado. Lo que realmente cuenta no es la cantidad, sino la calidad del aprendizaje. El individuo, a medida que profundiza en los misterios de la existencia, se vuelve más consciente de su espiritualidad desencadenando un proceso en el que su alma comienza a envejecer.

Cuando el alma ha vivido lo suficiente, y aprendido de ese tiempo en las veces que reencarnó, podemos decir que se ha convertido en un alma vieja, lista para la última etapa de su larga caminata. Pues esa alma ya ha cumplido su propósito.



Si pretendiéramos “humanizar” un alma vieja en nuestra mente, bastaría con imaginar a un anciano o anciana honrada, de cabellos blancos, con actitud apacible y de expresión afable. En esta fase, la final antes de que el alma termine su ciclo, ha desarrollado una empatía fuera de lo normal y finalmente tiene una conciencia plena de que todo está conectado.
Las almas viejas no buscan nada en el mundo exterior. Para ellas, la mayor satisfacción y felicidad se encuentran en el “ser”, y no en el “hacer”. Más que “afuera”, desarrollan una forma de existencia en la que se concentran en sí mismas y buscan alguna actividad tranquila como un medio para satisfacer su propia autorrealización. Ya no hay necesidad de probar nada a nadie, de ser mejor que nadie, ni de competir todo el tiempo.
En seguida, te presentamos una serie de 9 señales que podrían indicar que eres un alma vieja.

1 – Acostumbran a estar a solas

Ya que las almas viejas tienen poco o nulo interés en las actividades de las personas de su edad, tienen la certeza de que es algo lamentable desarrollar una amistad con individuos que tiene dificultad para entablar relaciones y, por eso, las almas viejas tienen a apartarse la mayor parte del tiempo, evitando relacionarse con otras personas.

2 – Aman el conocimiento, la sabiduría y la verdad.

Sí, pareciera un tema un poco grandioso y excesivamente noble, pero naturalmente las almas viejastienden hacia el lado intelectual de la existencia, intrínsecamente comprenden que el conocimiento es poder, que la sabiduría trae felicidad y que la verdad libera. Entonces, ¿por qué no procurar esas cosas? Dichas actividades tienen un mayor significado para ellas que leer sobre chismes del espectáculo o los últimos resultados del fútbol.

3 – Poseen una inclinación espiritual.

Las almas viejas por naturaleza tienden a ser emocionales, sensibles y espirituales. Superar los límites del egoísmo, buscar la iluminación y promover el amor y la paz son las acciones principales de estas personas. Lo ven como la forma más sabia y gratificante de emplear su tiempo.

4 – Entienden la transitoriedad de la vida.

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